Colegio Peruano Norteamericano Abraham Lincoln, tomado de http://www.abrahamlincoln.edu.pe/es/
Educación de oferta y demanda
En el Perú, la elección de un colegio para tus hijos implica muchas dificultades. Yo no lo he experimentado como padre, sino como docente que es consultado cada vez que se puede. Basta que uno diga que es profesor escolar en alguna reunión, para que alguien pregunte “¿en qué colegio me recomendarías meter a mis hijos?” Lo interesante de la pregunta, por lo menos desde el punto de un clasemediero limeño como quien escribe, es que no se pregunta por opciones de escuela públicas, sino por la oferta privada.
En Lima, cerca del 50% de las escuelas son privadas. Y es común escuchar hablar de las diferencias entre los colegios públicos y los independientes. Sin embargo, estos debates parten de la base de un enorme error: todas las escuelas privadas son parecidas a nivel de calidad. En esencia, es muy difícil hablar de homogeneidad en el sistema público, y existe la creencia infundada de que el sistema privado representa una opción donde la calidad es más garantizable.
Lamentablemente, la realidad no es tan sencilla. Pensar en educación privada de calidad es ignorar a la sólida mayoría de colegios que existen en la informalidad o que no presentan una propuesta formativa y pedagógica coherente. Por otro lado, y muy irónicamente, pensar que la educación del estado es inferior, implica ignorar a las escuelas públicas que sobresalen por propuestas innovadoras y comprometidas a pesar de contar con recursos mínimos. Por supuesto, todo depende de donde lo mires.
¿Qué es un buen colegio?
De hecho cuando me preguntan “¿en qué colegio me recomendarías meter a mis hijos?” suelo responder “eso depende de qué esperas del colegio”. La respuesta más común que encuentro es “pero obvio, espero que ofrezcan una buena educación”. Otro error común es que la buena educación es una sola.
Sin dar más vueltas alrededor de este asunto, lo que tengo que decir es que un buen colegio es el que ofrece lo que una familia considera una buena educación. Hablo desde una perspectiva de educador, docente y profesional que se dedica a diseñar y medir políticas públicas de educación. Lo que uno descubre pronto al entrar a investigar y estudiar este campo es que no hay modelos siempre exitosos o eficaces. La escuela es uno de los modelos organizacionales más cambiantes, no solo porque es muy sensible al impacto geopolítico global (las crisis, las elecciones, la inestabilidad o estabilidad económica de un país, todo afecta a la educación), sino que es heterogéneo por definición: cada grupo humano, cada generación, presentará retos propios, no susceptibles a fórmulas pedagógicas ni a modelos estandarizados. De hecho, la flexibilidad docente y administrativa suele resultar en las escuelas más exitosas.
Si buscas “un buen colegio” para tus hijos, primero debes preguntarte qué es una buena educación para ti. Y para esto, es necesario que se haga una distinción fundamental: una cosa es educación y otra es escolaridad.
La escuela y la educación
Sobre educación hay mucho que decir, hay mucho escrito e investigado. Disciplinas rigurosas y con largas tradiciones académicas, como la psicología o la filosofía, se preguntan constantemente qué es educación. Hay muchos debates y desacuerdos, pero si algún punto en común podemos encontrar, bastante general, es que la educación ocurre todo el tiempo. Nuestra interacción en el mundo social implica aprendizaje, nuestras relaciones afectivas, nuestros viajes y hábitos, lecturas y películas, conversaciones y juegos; todo implica diversos tipos de educación. Otro argumento interesante surge de cuestionar una noción de sentido común que dicta que nos educamos de niños, pues esta lógica implica que en la adultez no hay procesos de aprendizajes tan profundos.
Aunque no quiero discutir ni llegar a conclusiones sobre qué es la educación, si quiero sentar el punto de que educar es un proceso complejo, cotidiano y constante. Desde este punto de vista, la escolaridad es solo una forma de educar. Sin duda el colegio es el intento más sistemático y potencialmente coherente de ofrecer educación. Sin embargo, al ser un proceso tan natural, hay muchas formas de educar.
Una vez sentados en este punto de vista, podemos reconocer que “un buen colegio” es una realidad que depende mucho del observador. Así que volviendo a la pregunta inicial “¿en qué colegio me recomendarías meter a mis hijos?”, y llegando a la pregunta secundaria “¿qué es una buena educación?” se hace necesario reconocer una pregunta mucho más concreta: “¿qué tipo de educación quiero que mis hijas e hijos reciban en el colegio?”.
El colegio que quiero
Es muy común que preguntas como estas sean respondidas desde nuestra experiencia inicial de escolaridad. Mucha de la gente que me pregunta todo esto parte de una de dos posturas claras: quiero que mis hijos reciban una educación como la que yo recibí vs. quiero que mis hijos reciban una educación diferente a la mía.
La gran mayoría de personas ha pasado por una escuela primaria. Este post está particularmente dirigido al clasemediero acomodado limeño que puede preguntarse en qué colegio poner a sus hijos, pues esa pregunta supone grandes privilegios. Muchos de los argumentos que damos sobre escuelas y educación parte de un conocimiento muy parcializado e incompleto sobre la cuestión educativa: todos hemos pasado por un colegio, ergo todos sabes qué es educar. Sin embargo, existen profesionales que llevan años de experiencia en el rubro o se dedican a estudiar el problema en sus dimensiones más complejas. Hay que reconocer que no siempre sabemos todo lo que quisiéramos de la disciplina educativa.
Quiero cerrar este post sin responder a ninguna de las preguntas que he planteado, porque intentando ser coherente con la postura que he presentado aquí (la educación es un campo cambiante, relativo y heterogéneo), debo ofrecer caminos de pensamiento y no respuestas cerradas. Sin embargo, sí quisiera precisar un tema que subyace a toda esta reflexión: no se necesita ser un sabio académico de la educación para identificar un buen colegio para tus hijas e hijos.
Si la escuela es una institución compleja, insertada en un entorno político y económico cambiante, parte sensible de los cambios históricos y resulta muy difícil conocerla, entonces debemos mirar hacia lo que conocemos. Si quieres saber qué colegio es bueno para tus hijos, pregúntale a tus hijos. Evidentemente no hay que esperar respuestas rigurosas e investigadas de niños de tres años. Pero sí es posible conocer sus fortalezas y debilidades, conocer los valores que como familia quieres representar. Si quieres saber en qué colegio meter a tus hijos, no es recomendable dejarse guiar por una moda educativa que puede pasar, por tradiciones locales que tal vez ya no corresponden más con la realidad actual, por un diploma que tú mismo no hubieras podido conseguir. Cuando me preguntan qué recomendaría, suelo decir que toda escuela que respete, escuche y cuide a los niños da igual. Lo que importa es que ellos sean felices y tú como madre y padre, también.