La burbuja del bienestar
En los últimos meses he tenido la suerte de trabajar en temas de gestión del bienestar educativo, tanto para estudiantes como para personal de escuelas. Digo suerte porque es fascinante lo mucho que sabemos y lo poco que hacemos sobre este tema. Como si fuera una burbuja dentro del mundo de la educación: todos sabemos que es importante y todos lo buscamos, pero lo mantenemos separado, encapsulado.
Normalmente, lo que nos recuerda que es importante es conocer casos donde la burbuja se rompe por algún acto de violencia. El sufrimiento de las niñas, niños y adolescentes es siempre movilizador de empatía. Normalmente, cuando llegamos a esos extremos, la violencia desata desconcierto y cacerías de brujas. Los diferentes actores de las escuelas afectadas por la violencia buscan identificar límites de responsabilidad. Docentes, directores, personal administrativo, padres de familia, juntas directivas y un largo etc. buscan decir quién debió hacer qué.
Sabemos también que lo importante es atender a la víctima, al agresor (sí, también los agresores suelen ser víctimas de otras clases de violencia) y buscar restablecer las relaciones rotas por los actos de violencia. Como una membrana delicada, el bienestar se rompe con facilidad y se mantiene con esfuerzo y cuidado. Y está en esto último el espacio e importancia de la gestión del bienestar.
El ecosistema del bienestar: clima escolar
Una manera de entender cómo funciona el bienestar de la escuela es pensarlo como un ecosistema, donde cada elemento que compone “la escuela” (entendiéndola de la forma más abstracta posible), tiene influencia sobre el funcionamiento del sistema. Así, las paredes, las relaciones entre los profesores, los uniformes, las palabras usadas para dirigirse unos a otros, los materiales, todo tiene un rol en la construcción del clima escolar.
De hecho, el clima escolar es un concepto tan complejo que no hay muchos acuerdos sobre sus definiciones. Lo que podemos afirmar es que el clima escolar es lo siguiente:
1) un fenómeno de individuos y grupos
“está compuesto de las normas, metas, valores, reglas de comportamiento, relaciones interpersonales, entornos de aprendizaje y estructuras organizacionales dentro de la escuela (Anderson, 1982; Cohen, McCabe, Michelli, & Pickerall, 2009)”
(La Salle et al, 2015)
2) un constructo multidimensional
“está conformado por una compleja variedad de elementos, que se componen de (a) la calidad de interacciones formales e informales, (b) la estructura física de la edificación escolar, (c) los niveles de confort físico de los individuos y (d) el nivel de seguridad (Freiberg, 1998).”
(Thompson, 2016).
Por lo tanto, la construcción y mantenimiento de un buen clima escolar depende de la acción de todos los que componen las comunidades que llamamos escuelas. ¿Por qué es tan importante para el bienestar?
“La investigación ha mostrado que un clima escolar positivo ha sido asociado con menos problemas conductuales y emocionales en estudiantes (Kuperminc, Leadbeater, & Blatt, 2001), menos delincuencia y victimización de estudiantes (Gottfredson, Gottfredson, Payne, & Gottfredson, 2005), transiciones más suaves y fáciles a nuevas escuelas (Freiberg, 1998), un alto nivel de éxito académico experimentado por los estudiantes (Goddard, Sweetland, & Hoy, 2000; Haynes & Comer, 1993; Haynes, Emmons, & Ben-Avie, 1997; Hoy, Hannum, & Tschannen-Moran, 1998; Hoy & Sabo, 1998; Johnson & Stevens, 2006) y mayor satisfacción laboral de parte del personal (Taylor & Tashakkori, 1995)”.
(Miura, 2010).
En ese sentido, un buen clima escolar está asociado a un ambiente libre de violencia y en donde, de aparecer la violencia, es posible manejarla de forma positiva:
“El modelo bioecológico (Bronfenbrenner, 2005) provee una estructura para comprender cómo la conducta de los individuos es influenciada por el ambiente y, al mismo tiempo, el ambiente por la conducta (Bronfenbrenner, 1979), lo cual es esencial al momento en que las escuelas consideran programas de prevención e intervención (especialmente cuando están ligados a violencia escolar).”
(Booren et al, 2011).
Liderazgo y bienestar
¿Cómo entonces influir en una realidad tan compleja como el clima escolar? Pues son los directores y líderes escolares los que pueden tener mayor impacto en la mayor cantidad de variables. En ese sentido, es importante considerar que a nivel organizacional, las instituciones educativas carecen de personal especializado para lidiar con los recursos humanos y otras variables del clima. Sin embargo, en la práctica, son los directivos y líderes quienes, queriendo o no, cumplen este rol:
“La conducta de un director de escuela tiene un efecto directo en el clima escolar y en la eficacia de la escuela (Marzano, Waters, & McNulty, 2005); por ello, la manera en la que los directores interactúan con el personal y se comportan en relación al clima escolar es muy significativa”
(Thompson, 2016).
Si se quiere generar impacto positivo en el clima escolar, es la gestión de la escuela la que tiene un rol central. Cuando hablamos de entornos seguros y libres de violencia, hablamos de una gestión del bienestar orientada a influir en todas las variables que pueden causar una disrupción de la convivencia.
Fuentes revisadas:
Booren, L., et al. (2011). Examining Perceptions of School Safety Strategies, School Climate, and Violence. Youth Violence and Juvenile Justice 9(2) 171-187.
La Salle, T. P., et al. (2015). A Cultural-Ecological Model of School Climate. International Journal of School & Educational Psychology, 3(3), 157-166, DOI: 10.1080/21683603.2015.1047550
Miura, T. C. (2010). School climate: Development of a comprehensive definition. Thesis submitted as a partial fulfilment of the M.A. program in Educational Counselling. University of Ottawa.
Thompson, T. (2016). Principal behavior and teacher perceptions: Cultivating a positive school climate. Dissertation In Partial Fulfillment of the Requirements for the Degree Doctor of Education, Widener University.
(Todas las citas utilizadas fueron traducidas por mí del idioma original de la fuente.)